Robótica educativa: los robots son cosas de niños
La robótica está llamada a ser el mejor aliado del aprendizaje infantil durante los próximos años. ¿Quieres saber por qué?
Nuevas baterías sostenibles, robots biodegradables o drones basados en las semillas del arce son algunas de las múltiples innovaciones científicas del año.
Si en 2022 la inteligencia artificial comenzó a demostrar su inmenso potencial, en 2023 hemos empezado a disponer de ella como una herramienta más en nuestro día a día. Sin embargo, la innovación científica y tecnológica ha seguido su curso en muchas otras áreas, muchas de ellas impulsadas en la sombra por sistemas de IA. Este año hemos cubierto temas muy variopintos, muchos de ellos en torno a la sostenibilidad, tales como las baterías biológicas o de arena, o el reciclaje de aerogeneradores. Sin más prolegómenos, aquí va nuestro top de artículos más leídos en los doce últimos meses.
Durante los últimos años hemos hablado en numerosas ocasiones del potencial de los microorganismos electrígenos, es decir, bacterias capaces de liberar electrones en sus procesos metabólicos. Pues bien, este año anunciamos por fin la comercialización de las primeras baterías que operan con la energía liberada por una combinación de microorganismos que metabolizan el sustrato de parques y jardines. Según el fabricante, un solo panel de 7x7 metros cuadrados puede generar 15 Wh/día, suficiente para alimentar luces LED o sensores IoT. Puedes leer el artículo completo aquí.
Las baterías biológicas no fueron la única tecnología de almacenamiento de energía que cautivó la atención de nuestros lectores. Una de las baterías más llamativas de este año ha sido la primera batería comercial de arena, instalada en la ciudad finlandesa de Kankaanpää. Esta batería es capaz de almacenar el calor procedente de energía renovable durante varios meses gracias al bajo coeficiente de transferencia térmica del dióxido de silicio, esto es, el principal componente de la arena. En estos momentos se utiliza para calentar el agua de calefacción de la ciudad escandinava.
La energía renovable empieza a ser, también, cada vez más reciclable. Muchos parques eólicos llegan ya a su tercera década de funcionamiento y, con ello, sus aerogeneradores se acercan a la edad de jubilación. Si la torre o la góndola, fabricadas con metal y hormigón, se reciclan con facilidad, las gigantescas palas son multimaterial y requieren nuevos procesos. Un curioso modelo de reciclaje es el que ha propuesto ACCIONA Energía, que ha convertido las palas de un parque eólico en las vigas de torsión de un huerto solar en Extremadura, tal como puedes leer aquí. Y, si esa técnica es llamativa, espera a conocer las nuevas zapatillas con suelas de pala eólica reciclada.
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La biomimética es una vieja amiga de nuestra página y uno de los temas que más nos fascinan. Y parece que a nuestros lectores también. Este artículo sobre un dron helicóptero que gira como las vainas de las semillas de arce se aupó a los primeros puestos de los más leídos. Con un peso inferior a cien gramos, el dispositivo es capaz de ofrecer una autonomía de vuelo cercana a la media hora.
Los drones no son la única tecnología que este año recibió un impulso gracias a la biomimética. También las técnicas constructivas han alumbrado nuevas formas de mejorar la ventilación y la refrigeración de los edificios. En este caso, basándose en las estructuras de los termiteros, los investigadores han propuesto un material que abre la puerta a edificios que “respiren” de forma autónoma.
La inteligencia artificial servirá también para comandar a nuevos sistemas robóticos autónomos capaces de manejarse en entornos hostiles como el mundo submarino. Pero ¿qué sucede con esos robots una vez que completan su vida útil o se pierden en el fondo del mar? Una alternativa podría ser la robótica biodegradable. La técnica empleada por los investigadores para lograr los primeros prototipos funcionales se ha basado en el uso de alginato de calcio procedente de algas pardas. Este material se inyecta en hidrogeles que ejercen de andamiaje para la impresión 3D de las piezas que ejercerán de “esqueleto” de los robots.
¿De qué manera puede ayudarnos la tecnología a cubrir las necesidades alimentarias del ser humano en tiempos de cambio climático? Parece que una de las soluciones pasa por recurrir a cultivos hidropónicos que utilicen energías renovables y aprovechen la humedad marina. La nueva generación de huertos flotantes ya se está probando en lagos interiores de Japón, así como en otras partes del mundo, y permitirá llevar alimento a ciudades costeras de forma sostenible y reduciendo la huella de carbono del transporte.
Junto con otros tipos de contaminación, tales como la presencia de microplásticos en los mares, la polución del aire de las ciudades, también conocida como “el asesino silencioso” es un tema que ha atraído la atención de los investigadores. Un nuevo sensor impreso en 3D pone ahora al alcance de cualquier ciudadano la posibilidad de saber si está expuesto a un exceso de contaminación del aire. Tanto los archivos para la impresión como el software son de código abierto.
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