Robótica educativa: los robots son cosas de niños
La robótica está llamada a ser el mejor aliado del aprendizaje infantil durante los próximos años. ¿Quieres saber por qué?
Los robots autónomos, la frontera de la computación cuántica, las nuevas aplicaciones de la IA o la conquista del espacio exterior marcarán nuestro futuro.
La historia del ser humano está regada de avances científicos que han marcado nuestra evolución, como la invención de la rueda, la imprenta, el teléfono, la penicilina… Algunos de estos hallazgos fueron fruto del conocimiento y otros auténticas serendipias, pero lo cierto es que cada uno de esos avances científicos cambió nuestro mundo para siempre.
En la actualidad, el crecimiento exponencial de esos descubrimientos es prodigioso. Según el científico Ray Kurzweil, al paso que vamos, los avances que sucederán en el siglo XXI serán algo así como pasar de pintar las cuevas de Altamira a pisar la Luna en una sola generación. Un ritmo vertiginoso en el que destacamos estos 8 progresos de la ciencia y la tecnología que definirán nuestro rumbo como especie.
En este artículo aprenderás sobre los siguientes avances:
La IA es un ejemplo de cómo una serie de cambios cuantitativos en la ciencia pueden conducir a avances científicos de una magnitud superior. Así, aunque el concepto de inteligencia artificial ya se manejaba a mediados del siglo XX, no ha sido hasta la segunda década del siglo XXI cuando se ha producido su gran eclosión. Herramientas como ChatGPT o Midjourney han pasado a integrarse en el día a día de los usuarios, tal como en los años noventa del pasado siglo Internet despegó como un sistema de comunicación masivo.
Sin embargo, lo más importante está por venir. La aparición de la inteligencia artificial multimodal permitirá interpretar textos, imágenes y vídeos de forma indistinta. Además, será un aliado crucial en robótica para el desarrollo de máquinas autónomas. Estas son algunas de las aplicaciones más prometedoras:
Si la inteligencia artificial ha podido despegar de la manera mencionada, ha sido en gran parte gracias al big data, es decir, la existencia de datos masivos estructurados y no estructurados que crecen de forma exponencial y que pueden analizarse para detectar patrones o anticipar eventos. En la actualidad, los gobiernos y las empresas se sirven del big data para atender a ciudadanos y consumidores de manera más eficaz. Estos son algunos de los ejemplos más destacables:
En marzo de 2023 Intel y la Fundación Betty Moore anunciaron la muerte de la Ley de Moore. Su planteamiento, formulado en 1965, vaticinó que el número de transistores que caben en un chip se duplicaría cada dos años. Sin embargo, los límites en la miniaturización, que ya alcanza los dos nanómetros, implican la necesidad de alternativas para seguir avanzando en la potencia de computación.
El salto de los bits –los actuales sistemas binarios de ceros y unos– a los cúbits, es decir, la adición de un estado indeterminado al cero y el uno bajo los principios de la física cuántica, es la solución a medio plazo. El avance de esta tecnología es imparable como demuestra el anuncio de la empresa Atom Computing que en 2023 presentó el primer ordenador en superar los 1000 cúbits. Este tipo de ordenadores podrá ejecutar tareas como las siguientes con una potencia inédita:
El desarrollo del Internet de las Cosas ha propiciado la llegada de los hogares inteligentes que automatizan parámetros como la temperatura o la humedad y se pueden manejar desde un teléfono móvil. Sin embargo, de sensores conectados que se hablan entre sí quienes saben cada vez más son las ciudades. Las Smart Cities se presentan precisamente como eso, inteligentes, porque están siendo capaces de optimizar sus procesos gracias al IoT.
Ejemplos como la gestión eficiente del agua en ciudades como Burgos son solo un botón de muestra. Estamos a punto de disfrutar de autobuses capaces de evitar el tráfico, lograr que la energía sea gestionada por Virtual Power Plants, y muchas aplicaciones tecnológicas más para crear ciudades más sostenibles y eficientes.
La nanotecnología consiste fundamentalmente en la capacidad de moldear el comportamiento de átomos y moléculas, así como el desarrollo de dispositivos a escala microscópica, los llamados nanorrobots. El pionero en este nuevo enfoque fue el premio Nobel Richard Feynman, que en 1959 planteaba la posibilidad de escribir los veinticuatro volúmenes de la Enciclopedia Británica en la cabeza de una aguja. Esto requería trabajar a escalas nanométricas, es decir, la mil millonésima parte de un metro. Por ejemplo, la estructura helicoidal del ADN tiene un grosor de dos nanómetros. En un nanómetro podrían caber siete átomos de oxígeno.
Hoy la nanotecnología está abriendo la puerta a avances científicos como:
El premio Nobel 2020 en química reconoció el trabajo de Charpentier y Doudna en el desarrollo de la técnica de edición de genes CRISPR-Cas9. Si la nanotecnología es la capacidad de desarrollar nuevos materiales y dispositivos a escalas atómicas, CRISPR ofrece algo similar en el terreno de la genética: la posibilidad de clonar, modificar o desactivar cadenas genéticas a voluntad.
Esta técnica permite localizar fragmentos de ADN en una célula y modificarlos con un coste relativamente reducido. Por si te lo preguntabas, el acrónimo CRISPR significa repeticiones palindrómicas breves de interespaciado regular por racimos (Clustered Regularly Interspaced Short Palindromic Repeats en inglés). Y estas son cuatro de sus aplicaciones más interesantes:
Hoy en día la creación de materiales artificiales, ya sea por medio de nuevas aleaciones o la nanotecnología, está contribuyendo a revolucionar nuestro mundo. La producción de aerogeles ultraligeros o de nitinol, una aleación de níquel y titanio que tiene memoria para volver a su forma original. Son dos ejemplos de un campo casi infinito.
Dicho esto, uno de los avances científicos más prometedores es la creación de metamateriales, o lo que es lo mismo: un material artificial con estructuras microscópicas diseñadas para controlar el movimiento de la luz, el sonido y otras ondas. Gracias a eso, ofrecen propiedades excepcionales como doblar la luz alrededor de objetos o cambiar la dirección del sonido de formas que parecerían imposibles. Estas son algunas de sus aplicaciones más llamativas:
Desde que el ser humano llegó a la Luna en 1969 a lomos del Apolo XI, en el marco de la carrera espacial, la idea de mandar a seres humanos a nuestro satélite o a otros planetas no ha tenido continuidad. Así, hasta principios del siglo XXI los esfuerzos se centraron en la estación espacial internacional (ISS) y en el envío de satélites y misiones no tripuladas a Marte y la Luna.
Hoy, la entrada de empresas privadas en la conquista del espacio exterior y las iniciativas de nuevos actores como India o China están poniendo sobre la mesa la creación de colonias humanas en la Luna o, incluso, en Marte. De hecho, se espera que 2025 sea el año en que una mujer participe por primera vez en una misión lunar. Mientras tanto, el lanzamiento del James Webb, el telescopio espacial más avanzado de la historia sigue ampliando las fronteras de nuestro conocimiento del cosmos. Estos son algunos de los proyectos espaciales más ambiciosos de la actualidad:
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