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Mientras algunos debaten si el metaverso es puro hype, las grandes empresas toman posiciones en lo que consideran la siguiente encarnación de Internet.
Los indicadores muestran una presión anómala en una de las tuberías. Parece que algo no va bien en la planta desalinizadora de Jubail 3B en Arabia Saudí. Marta inspecciona los sensores y detecta una posible avería que pone en conocimiento del resto de los presentes. Pero Marta no está en Jubail 3B. Ni en Arabia Saudí. La operaria se encuentra a más de seis mil kilómetros de distancia en un centro de control en Madrid. Y la inspección ocular se lleva a cabo con un casco de realidad virtual en una réplica digital y tridimensional de Jubail 3B con datos actualizados en tiempo real gracias a sensores IoT. Además, el equipo de especialistas que la acompaña se ha conectado desde diversas partes del mundo con sus respectivos avatares. Porque esa planta es uno más de los espacios creados por su empresa en el metaverso, una esfera virtual que, ayudada por el blockchain, tendrá un impacto muy tangible en nuestras vidas.
Ciertamente, el metaverso promete ser mucho más que un espacio lúdico. Si los pronósticos de gigantes tecnológicos como Microsoft o Meta se cumplen, estamos hablando de una nueva forma de trabajar, socializar, aprender y divertirse.
En este artículo cubriremos los siguientes puntos:
En 1920 el escritor y dramaturgo checo Karel Čapek empleó por primera vez el término “robot” aplicado a los obreros artificiales de su pieza teatral “Robots universales Rossum”. Más de medio siglo después, en 1982, William Gibson acuñaba el término “ciberespacio” en su novela de culto “Neuromante”. Ambos términos, nacidos en el terreno de la ciencia ficción, se abrirían camino en la realidad.
El vocablo “metaverso”, que en cierta manera es una evolución del término “ciberespacio”, seguiría una trayectoria similar, aunque justo diez años después. Fue gracias a la pluma de Neal Stephenson que lo utilizó por vez primera en su novela ciberpunk “Snow Crash” (1992).
Hoy ya no pertenece a una recóndita sección de ciencia ficción de una librería, sino que aflora una y otra vez en los planes de negocio de empresas tecnológicas y en las estrategias de fondos de inversión. De hecho, la consultora Sentieo indica que solo en 2021 hubo ciento sesenta empresas que mencionaron el metaverso en sus cuentas de resultados, noventa y tres de ellas después de que Facebook pasara a llamarse Meta. ¿Pero qué es exactamente este concepto?
Más que una tecnología o plataforma, es un conjunto de tecnologías que confluyen en la digitalización de la realidad y la forma en que nos relacionamos entre nosotros.
Concretamente, se trata de una red de mundos virtuales e interconectados a los que se puede acceder a través de diversos dispositivos. No solo gafas de realidad virtual, sino también sistemas de realidad aumentada o incluso teléfonos móviles y ordenadores.
En ese sentido, no es un cambio radical con respecto al Internet que conocemos, sino una evolución, tal como lo fue el Internet móvil con la transición del ordenador de sobremesa al teléfono inteligente.
Como parte de esa evolución, y si hubiera que hablar de los antecedentes del metaverso, podríamos remontarnos a Second Life. Este mundo virtual, que vio la luz en 2002, era una versión primitiva del metaverso donde existían avatares y la posibilidad de participar en actividades lúdicas como conciertos o comprar y vender objetos virtuales.
Sin embargo, llegó demasiado pronto. Ni la capacidad de computación de un ordenador medio de principios del siglo XXI permitía procesar mundos tridimensionales verdaderamente funcionales, ni había ancho de banda para una experiencia fluida. Y ahí, la capacidad de procesamiento en la nube y la velocidad de transferencia 5G están llamadas a desempeñar un papel crítico, ya que también permitirán miniaturizar los dispositivos de realidad virtual.
En estos momentos, la lucha tecnológica se libra en torno al control del metaverso. ¿Quién será el portero de este mundo virtual?
Compañías como Meta buscan replicar el modelo de Android o iOS por medio de una plataforma que domine el mercado o al menos se lleve una gran parte del pastel.
Eso es lo que hay detrás de Horizon Worlds, la apuesta de Meta por el metaverso inaugurada a finales de 2021 para usuarios de EE. UU. y Canadá tras una beta. El ecosistema, al que se accede con cascos de realidad virtual Oculus, cuenta con avatares que pueden interactuar entre sí y jugar a videojuegos. Pero Horizon Worlds no es ningún juego: Meta ha anunciado una inversión de diez mil millones de dólares en las tecnologías del metaverso a lo largo de 2022.
En medio de esta pugna por liderar el metaverso por medio de iniciativas tan dispares cabe preguntarse si existe algún denominador común. Por el momento, y aun teniendo en cuenta su naturaleza de work in progress, el metaverso tendrá las siguientes características:
Ya hemos hablado en anteriores ocasiones acerca de los NFT, los tokens no fungibles que utilizan tecnología blockchain para certificar la propiedad digital. La naturaleza descentralizada y segura de esta tecnología permitirá su uso en los diversos mundos del metaverso. Es más: esos activos virtuales podrán venderse y cambiarse por divisas del mundo físico. Es decir, vender una nave espacial virtual y comprar un apartamento de cemento y ladrillo.
Para entender mejor este concepto se puede utilizar el ejemplo de Decentraland.
Este mundo virtual utiliza una criptodivisa llamada MANA que ya cotiza en plataformas como Coinbase. MANA permite comprar parcelas y otros activos en Decentraland. De hecho, empresas como Sotheby’s ya han adquirido alguna parcela para montar una réplica de sus galerías y eventos.
Más allá de esos mundos virtuales, comienzan a popularizarse mercados de NFT donde se puede comprar desde piezas artísticas hasta ediciones especiales de calzado deportivo. Todo ello digital, claro está. Un ejemplo de ello es OpenSea, donde se pueden comprar NFT de Decentraland, pero también obras de numerosos artistas, cartas de jugadores de fútbol y otros elementos coleccionables. OpenSea, que se postula como la Amazon de los NFT, ya está valorada en más de trece mil millones de dólares.
A lo largo de este artículo hemos apuntado algunas de las aplicaciones del metaverso. En realidad, son prácticamente infinitas, pero estos serían algunos de los usos previstos:
Además de los grandes jugadores como Meta, ya existen numerosas empresas que han estado explorando las posibilidades de la realidad virtual y su prolongación en el metaverso. Una de ellas es ACCIONA, que a través de su Digital Hub, está apostando por conceptos como los gemelos digitales o las reuniones virtuales. Raúl Boldú, Mixed Reality Skill Center Manager, relata la evolución hacia eso que ahora comienza a llamarse metaverso.
“En 2017 hicimos varias experiencias de realidad virtual y aumentada para la depuradora de agua de la Almunia con las que se podía monitorizar la planta de forma remota. Una de las experiencias consistía en un entrenamiento sobre espacios confinados donde el alumno realizaba la tarea en VR. En ese momento no se utilizaba la palabra metaverso, pero realmente lo era”, relata sobre aquellas primeras experiencias.
El proyecto fue creciendo con el desarrollo de espacios virtuales multiusuario por medio de avatares en 2018. Al año siguiente inauguraron un museo virtual y empezaron a estudiar las posibilidades de las reuniones holográficas, así como las visitas a lugares emblemáticos como desaladoras de la compañía. Así, se celebró una junta de accionistas con trescientos cincuenta usuarios que pudieron visitar los nuevos proyectos con gafas de VR. La digitalización de entornos avanzó en 2020 con técnicas de fotogrametría y escaneos láser de alta precisión mediante cámaras lidar. Por fin, en 2021 todos esos espacios comenzaron a interconectarse para crear una experiencia única.
“Tenemos decenas de plantas digitalizadas que poco a poco vamos incorporando al metaverso. Algunas plantas tienen mayor nivel de interacción que otras, por ejemplo, en algunas plantas solo podemos ver lo que ocurre allí y en otras como en la Etap Gartxeta o Etap Cruces, podemos interactuar con todos los elementos gestionables de la planta”, explica Boldú. Porque el metaverso no solo ira de presencialidad, sino de interacción y, en última instancia, intervención con repercusiones en el mundo físico.
“Lo que creo que realmente va a cambiar la forma de operar las plantas es mediante gemelos digitales inmersivos, es decir, gemelos digitales en el metaverso donde podremos controlar toda la planta de forma inmersiva”, indica en ese sentido el especialista de ACCIONA.
Queda por ver cuántos de estos pronósticos se harán realidad en los próximos años. Como siempre, algunas aplicaciones se irán consolidando en detrimento de otras. Lo que es seguro es que la llegada de tecnologías como el 5G y el Internet de las Cosas nos abocan a una realidad hiperconectada en la que se difuminarán las fronteras entre lo digital y lo físico.
Fuentes: Time, The New York Times, New Scientist, The Verge, https://www.wired.com/story/what-is-the-metaverse/
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