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Un proyecto científico utilizará satélites y sensores alimentados con energía solar para monitorizar fauna y ecosistemas de todo el planeta.
¿Cómo se comporta una manada de cachalotes en medio del Atlántico? ¿A qué se dedica el huidizo leopardo de las nieves en el Himalaya a lo largo del día? ¿O a qué velocidad se desplazan los glaciares de esa misma cordillera? Son preguntas que los científicos confían en poder responder pronto gracias a un nuevo concepto: el “Internet de los Animales”, materializado a través del proyecto ICARUS. Sus siglas responden a International Cooperation for Animal Research Using Space (cooperación internacional para la investigación animal por medio del espacio). Este programa, destinado a conservar la biodiversidad, se une a otras tecnologías que permitirán conocer en tiempo real el comportamiento de los ecosistemas.
Se trata de un concepto acuñado por Martin Wikelski, uno de los responsables del Instituto Max Planck del Comportamiento Animal (MPI-AB, por sus siglas en inglés). Este ornitólogo alemán ha soñado con una red global de transmisores conectados vía satélite y con prestaciones similares a las del Internet de las Cosas (IoT), solo que aplicada al conocimiento del planeta Tierra y sus seres vivos. Wikelski asevera que el Internet de los Animales supondrá una revolución tan importante como lo ha sido la decodificación del ADN para entender al ser humano.
Y ofrece numerosos ejemplos de fenómenos que estamos empezando a entender genuinamente gracias a un primer recibidor que se activó en 2020 en el módulo ruso de la Estación Espacial Internacional (ISS, por sus siglas en inglés). Sería el caso de aves terrestres como los chorlitos, que llevan a cabo migraciones oceánicas de miles de kilómetros gracias a las corrientes de aire, y que modifican sus rutas para adaptarse a ellas.
Wikelski llega aún más lejos: la tecnología que ha diseñado podría esclarecer ese sexto sentido que demuestran algunas especies a la hora de detectar la inminencia de un terremoto. Todo ello se logrará por medio de una ambiciosa iniciativa bautizada como proyecto ICARUS.
Tras la interrupción del suministro de datos desde la ISS debido a la guerra de Ucrania, el proyecto ICARUS impulsado por el Instituto Max Planck decidió optar por el uso de recibidores basados en tecnología satelital. Así, se espera poner en órbita una red de cinco microsatélites CubeSat de bajo coste en el año 2025 que captarán la información emitida por sensores ultraligeros, algunos con tan solo el peso de un clip, alimentados por energía solar. Los sensores ofrecerán datos sobre el gasto de energía de cada espécimen y factores ambientales como la presión atmosférica, la altitud o la temperatura.
Los sensores colocados en diversas especies de animales permitirán a los científicos analizar por medio de inteligencia artificial el comportamiento de miles de especímenes en tiempo real desde cualquier laboratorio. Anteriormente, la información de los sensores solo se recuperaba horas o días después.
Además de su uso en animales como aves, cachalotes o elefantes, los sensores también podrán depositarse en glaciares o incluso residuos flotantes en el mar para entender mejor lo que está sucediendo en el medio físico.
Una de las claves de la eficacia del proyecto se basa en el uso de datos cruzados, ya que la información de los sensores se vincula a datos meteorológicos, sísmicos u oceánicos. También podrá cotejarse con imágenes por satélite del índice de vegetación en cada zona, un parámetro conocido como NDVI. Se trata, en definitiva, de un enfoque que ofrecerá una comprensión global de todas las interrelaciones que se producen en el seno de los ecosistemas.
Si se tiene en cuenta toda esta plétora de datos, es fácil advertir que el proyecto pondrá en manos de los investigadores una información muy valiosa acerca del estado de salud de cada especie y de los retos ecológicos a los que se enfrenta. Sin embargo, esa es solo una de las facetas del Internet de los Animales.
La expresión del “canario en la mina”, que remite al uso de pájaros en la minería para detectar las acumulaciones de gases peligrosos, sería de lo más pertinente en este caso. Los investigadores creen que el sistema no solo permitirá evaluar el comportamiento de la fauna a efectos de protegerla, sino monitorizar incidencias climáticas o predecir desastres naturales como erupciones volcánicas o terremotos por medio de la detección de patrones anómalos como la súbita huida de masas de animales.
Los datos generados por el proyecto quedarán a disposición de cualquier investigador interesado. Se espera que esta innovación tecnológica permita monitorizar especies poco estudiadas y llevar a cabo estudios de bajo coste con una gran riqueza de información.
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