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Áreas tan dispares como la viticultura, la oncología o la automoción se están beneficiando de su potencial tecnológico
Es probable que ya estés al tanto de qué es el big data o los datos masivos. Sin embargo, quizá no te resulten tan familiares algunos de los ejemplos de big data y su impacto en la vida cotidiana que trataremos en este artículo. Quizá te sorprenda también que sus orígenes se remonten a la peste bubónica, la primera vez que la ciencia estadística se puso al servicio de problemas complejos.
Fue John Graunt, en 1663, quien aplicó sistemas estadísticos a las tasas de mortalidad y la evolución de la plaga en Inglaterra. Luego llegarían instrumentos de computación primitiva como la máquina perforadora en 1884. Sin embargo, el despegue del big data propiamente dicho tuvo que esperar hasta la llegada de la computación moderna.
En 2001 Doug Laney, un analista de Gartner, definió las tres uves del big data, es decir, los requisitos para que los juegos de datos sean válidos a efectos de un análisis masivo. Con el tiempo, se añadirían tres uves más, con lo que los requisitos quedarían como sigue:
Ya en 2005 se desarrolló Apache Hadoop, uno de los primeros sistemas de código abierto para el análisis de datos masivos. Sin embargo, fue a finales de esa década cuando se produjo la aceleración definitiva, con los servicios de almacenamiento de datos en la nube y, ya en 2012, la Big Data Research and Development Initiative de la administración Obama en EE. UU.
Hoy el big data es una herramienta de uso cotidiano en muchas áreas, mientras que va conquistando nuevas y dispares esferas. De hecho, se espera que para 2027 el valor del mercado del big data ascienda a más de 420 000 millones de dólares. Aquí tienes algunos ejemplos.
Los retos que presenta la conducción autónoma han atemperado las entusiastas predicciones de los últimos años. Tal como sucede con los coches voladores que se vaticinaban en Regreso al futuro, están tardando un poco más en llegar de lo que se esperaba. De lo que no cabe duda es que el big data desempeñará un papel crucial en esa transición.
El conjunto de información generada a través de los sensores de un coche autónomo, así como la información recibida por satélite y sensores en el entorno, supone entre 50 y 70 terabytes de datos cada ocho horas de conducción. Basta con pensar que un terabyte permite almacenar 250 películas en HD para hacerse una idea de la magnitud de los datos procesados.
Estructurar todos esos datos, procedentes de cámaras y otros sensores, requiere el uso del big data. Y no solo para la conducción del día a día, sino para determinar hábitos de los conductores y planificación urbana. En la actualidad, además de Tesla, compañías como Waymo, GM Cruise o Argo AI están invirtiendo miles de millones de dólares en esta tecnología.
Otro sector del transporte donde el big data se ha convertido en un aliado fundamental es la aviación. Aunque la complejidad del tráfico aéreo es algo menor que la de la circulación por carretera, se calcula que la nueva generación de aviones generará entre cinco y siete terabytes de información por vuelo.
Es probable que en algunos años la aviación sea prácticamente autónoma, pero también hay otros ejemplos de big data en distintas áreas en la actualidad:
La agricultura, si bien no ha sido uno de los sectores pioneros en el big data, comienza a abrazar esta tecnología para hacer frente a los retos de la producción y el cambio climático.
Esta revolución ha ido de la mano de un uso creciente de tecnologías de satélite como Sentinel y sensores sobre el terreno, tales como las estaciones meteorológicas y sensores de suelo. Buena muestra de ello es que fabricantes como John Deere, tradicionalmente dedicados a la fabricación de maquinaria agrícola, han empezado a desarrollar e implementar dispositivos de captura de datos.
El siglo XXI está marcado por los retos ecológicos. Si la conducción de un vehículo entraña una gran complejidad, el equilibrio de un ecosistema está por encima de eso en varios órdenes de magnitud. Por eso, entre los ejemplos prácticos de big data, el estudio de ecosistemas es uno de los más claros.
Hoy el big data permite estudiar en tiempo real la evolución de las selvas amazónicas, las masas de hielo del Ártico o la gestión de tierras dedicadas a la agricultura. Otros campos en los que el big data está destinado a desempeñar un papel crucial serán el control de las migraciones de animales o la sostenibilidad de las prácticas industriales. Así, grandes multinacionales comienzan a utilizar el big data para determinar la huella de carbono de sus procesos de fabricación y transporte.
El cambio climático podría considerarse el mayor de los retos del big data, no en vano la teoría del efecto mariposa utiliza el ejemplo de una tormenta ocasionada por el aleteo de un insecto. Tales son los infinitos factores en juego. El potencial de esta tecnología para detectar tendencias en el calentamiento global queda de manifiesto en la iniciativa Data for Climate Action de la ONU, que busca unificar conjuntos de datos a efectos de facilitar su análisis.
El sector de la energía, en el que interviene un número de fuentes creciente tales como la eólica o la fotovoltaica, exige un control minucioso de la producción y el consumo. La llegada de los contadores inteligentes, que permiten medir el consumo en tiempo real, es otro de los ejemplos de big data, ya que es preciso procesar millones de mediciones a lo largo del día. Las energías renovables suponen un reto añadido, ya que su producción es menos estable y predecible.
Así, la capacidad de anticipar la demanda y asignar recursos será fundamental para gestionar el llamado mix energético. La llegada de las viviendas inteligentes y el IoT, con el que cada dispositivo ofrecerá información sobre el consumo, es otro de los ejemplos de big data aplicado al mundo real.
A medida que la educación se va alejando de las aulas y comienza a extenderse a todo tipo de dispositivos y realidades, el papel del big data va cobrando mayor relevancia. De hecho, ya se ha acuñado el término de BDE (big data educativo según las siglas en inglés). Uno de los ejemplos más evidentes de su uso es la monitorización del rendimiento del alumnado y sus hábitos de estudio. Pero eso no es todo.
La teleformación ha venido para quedarse y con ella existe una multitud de datos que procesar: desde la atención de los alumnos hasta la automatización de las pruebas de nivel y la estimación de los resultados. También permitirá identificar el riesgo de abandono escolar en alumnos en función de sus perfiles y resultados. Ciertamente, no sustituirá a los profesores, pero sí los liberará de numerosas tareas.
El big data se ha convertido en una herramienta básica de la industria financiera. Cada día, los analistas de riesgos, la banca o los proveedores de crédito recurren a esta herramienta para evaluar las tendencias del mercado y anticipar acontecimientos, especialmente en entornos bursátiles. También se ha convertido en una herramienta para la detección del fraude fiscal. El campo de los seguros, estrechamente ligado a los mercados financieros, es otro de los ejemplos de big data, esta vez aplicado al cálculo de pólizas y perfiles de riesgo.
El secuenciado del genoma y las terapias génicas asociadas están posibilitando tratamientos inéditos en el mundo de la medicina. Y con ellos se ha multiplicado exponencialmente la cantidad de datos disponibles, ya que el objetivo es contar con información genética individualizada. De igual forma, el estudio de las enfermedades cancerosas es otra de las áreas en las que se están generando conjuntos de datos cada vez más complejos.
No sorprende, pues, que algunos de los ejemplos más destacados de big data aplicado a la medicina estén relacionados con el material genético y la oncología. Así, el proyecto británico 100,000 Genomes está utilizando el big data para comprender las causas genéticas detrás de los tumores más comunes. Biobank es otro proyecto de recolección masiva de datos biológicos, sociológicos y demográficos de 500 000 ciudadanos británicos para su uso en el sistema nacional de salud.
Junto con las búsquedas, el comercio electrónico fue uno de los primeros sectores en contar con grandes bases de datos digitales en Internet. Así, multinacionales como Amazon no tardaron en capitalizar la información sobre las transacciones realizadas en su sitio web y comercializarla a terceros con fines publicitarios.
Por supuesto, también se utilizó para afinar sus propias campañas de marketing y entender mejor los perfiles de sus clientes. Hoy el big data se aplica toda la cadena de valor: desde la producción y el transporte hasta la compra en tiendas físicas.
En resumen, tal como muestran estos diez ejemplos de big data, se trata de una tecnología omnipresente que, acompañada de sistemas de análisis de inteligencia artificial y aprendizaje de máquinas o machine learning, está destinada a moldear nuestro futuro.
Aunque también a ofrecernos una mejor comprensión de nuestro pasado, tal como puedes leer en este artículo.
Fuentes: What Is, Built In, Precisely, Inside Big Data, ZDNet, Thales Group, Nature, Tandfonline, Forbes, https://www.nature.com/articles/s41437-020-0303-2
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