Robótica educativa: los robots son cosas de niños
La robótica está llamada a ser el mejor aliado del aprendizaje infantil durante los próximos años. ¿Quieres saber por qué?
Utilizan un sensor que registra los niveles de radiación ultravioleta y determina si se ha superado el umbral permisible.
Son muchos los nostálgicos que afirman que, hace décadas, la luz solar era más amable y menos agresiva con la piel. Y algo de razón tienen: en países como Australia, se ha detectado un incremento de la radiación ultravioleta de entre un 6 y un 9% interanual durante las últimas décadas. También ha aumentado el número de melanomas, uno de los cánceres de piel más agresivos. Los factores son diversos: más días de sol, el adelgazamiento de la capa de ozono en latitudes medias meridionales y septentrionales a pesar de su aumento en los polos, los ciclos solares y, por supuesto, una afición desmedida al bronceado. Por eso, cualquier innovación tecnológica encaminada a evaluar y controlar la exposición a la radiación solar es una buena noticia. La última de ellas es el desarrollo de una pulsera inteligente que mide los niveles de radiación ultravioleta.
Precisamente Australia, uno de los lugares del mundo con mayor prevalencia de melanomas, es la cuna de este nuevo dispositivo tecnológico. Los investigadores de la Universidad RMIT (Australia), en colaboración con la Universidad de Granada (España), han creado una solución sencilla y barata que permite detectar la cantidad de radiación UV mediante el uso de un compuesto de polioxometalato como reactivo. Estas pulseras desechables y reciclables, fabricadas con papel, incorporan cuatro emoticonos, desde la cara alegre a la triste, que aparecen a medida que se alcanzan los umbrales de radiación aconsejable para cada individuo en un 25, 50, 75 o 100%. Es decir, la cantidad total a la que puede exponerse ese tipo de piel sin peligro a lo largo del día.
Paradójicamente, el impulso original para el desarrollo de este proyecto tecnológico no estuvo motivado por la prevención del cáncer de piel, sino porque uno de los investigadores, el profesor Vipul Bansal, sufría un déficit de vitamina D y quiso aumentar su exposición al sol de forma segura. Y es que cada piel, dependiendo de su nivel de pigmentación, necesita una mayor cantidad de radiación UV para metabolizar la vitamina D. Por eso, se han desarrollado seis modelos de pulsera que se corresponden con la gama de tonos de la piel humana. En ese sentido, esta nueva tecnología puede ser especialmente útil en casos en los que las necesidades específicas de los individuos se vean modificadas, por ejemplo, debido a enfermedades como el lupus, que reduce la capacidad de metabolización de vitamina D a través de la dieta y, a la vez, aumenta la fotosensibilidad.
Aunque la principal aplicación de estas pulseras inteligentes será la protección de la piel, especialmente en el caso de los niños, no se descartan otras aplicaciones de corte industrial. Existen diversos productos que se deterioran al ser expuestos a la luz solar y que podrían beneficiarse de este etiquetado. De este modo, se sumarían a la nueva generación de tintas inteligentes que indican el momento en que un alimento está próximo a su fecha de caducidad o en su momento de maduración óptima.
Fuente: RMIT
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