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Las obras de arte con certificados blockchain crean un nuevo mercado que también está dando alas a los criptoartistas nativos
En este artículo encontrarás:
¿Cuál es el denominador común un meme de hace quince años, un clip de menos de un minuto de una cantante y un collage que cubre cinco mil días de la producción de un artista? Pues tres letras: NFT (token no fungible en inglés). O lo que es lo mismo, la aplicación del blockchain a la venta de arte y a la propiedad digital en general.
El meme que hemos mencionado es la famosa niña del incendio y se vendió por 500 000 dólares este año. El clip de la cantante corresponde a Grimes, que lo subastó junto con otras creaciones artísticas. Y el collage es Everydays: the First 5000 Days del artista Beeple, que rompió todos los récords y lo convirtió en el artista vivo más cotizado. Todos ellos se pusieron a la venta utilizando un NFT.
Por si no estás al tanto, te refrescamos la memoria. Si conoces el funcionamiento de la tecnología blockchain, sabrás que se trata de bloques validados por una red de nodos que pasan a formar parte de una cadena. Esa cadena tiene “memoria” y guarda todas las operaciones realizadas. Al ser descentralizada es casi imposible falsificarla.
Las criptomonedas son una de las aplicaciones básicas del blockchain, pero cada una de ellas es intercambiable por otra: un bitcoin viene a ser una moneda como el mismo valor y características que otro bitcoin. Es decir, se trata de un bien fungible. Pero los NFT son levemente distintos. Al basarse en la tecnología blockchain de Ethereum se añade una capa de datos a sus bloques, de tal forma que puede incluirse la referencia a un activo y su propietario. Y ahí está la clave del boom en el mundo del arte.
En el caso del blockchain aplicado al arte, el dueño del NFT de Beeple figura en su token, así como las características de la obra adquirida. Es decir, lo que antes era reproducible hasta el infinito ahora se ha convertido en un bien único. Así, el pilar de este ecosistema viene a ser un nuevo tipo de certificado de propiedad digital que, además, previene las falsificaciones.
Luego, de forma complementaria, el comprador puede recibir una versión digital específica de la obra, aunque no es imprescindible. En el caso del collage de Beeple, se trata de una imagen en alta resolución con un peso de 319 GB que el comprador ha expuesto en una galería del metaverso.
Si quieres ver la exposición, también hay entradas digitales a la venta. Lo del metaverso requeriría un artículo con entidad propia, pero por ahora nos centraremos en el blockchain y el arte.
A diferencia del cuadro de Beeple, el comprador del meme que hemos mencionado al comienzo ha obtenido la misma imagen que estás viendo en tu navegador. El único matiz es que no eres el propietario oficial y él o ella sí.
¿Y qué sucede cuando se vende un NFT? En el caso de Beeple, el artista no ha renunciado a sus derechos de autor. Piensa en una editorial que publica un libro, aunque la autoría sea del escritor. Así, cada vez que se haga una nueva venta del NFT en el futuro, el autor percibirá una parte de los ingresos.
Si se tienen en cuenta estos factores, es comprensible que el modelo haya suscitado el interés de las casas de subastas, las galerías de arte y los artistas. Entre las principales ventajas de los NFT en el sector del arte podríamos resumir las siguientes:
Tal como se ha apuntado anteriormente, las casas de subastas clásicas como Sotheby’s no han tardado en apuntarse a la tendencia. Sin embargo, el fenómeno está generando nuevas comunidades y mercados específicos dedicados a la compraventa de NFT de arte. Algunos de los nombres que han surgido al calor de la fiebre son Art Olin, Art Blocks, Async Art, BAE, CryptoArt.ai o EthBlock.art.
Y no solo eso: plataformas como Art Blocks, se han especializado en manifestaciones artísticas muy concretas como el arte generativo basado en algoritmos. Si quieres saber de qué va, tienes un ejemplo al final del artículo.
El llamado criptoarte está en sus primeros compases, pero ya hay numerosos ejemplos de su creciente implantación y aceptación. Beeple es uno de los pioneros, pero le han seguido numerosos artistas y hasta pinacotecas con todo tipo de iniciativas.
La historia de la obra de Beeple, si bien copó los titulares, se considera el principio y el fin de la burbuja NFT. Nadie ha vuelto a soltar cerca de setenta millones de dólares por un token de un cuadro.
Lo que sí está sucediendo es que una nueva generación de artistas, muchos de ellos adolescentes, comienzan a capitalizar el potencial de criptonativos como Benyamin Ahmed que con solo doce años están rompiendo récords de cotización.
Otros nuevos nombres del panorama son Jaiden Stipp y Victor Langlois. Se trata de artistas que gozan de repercusión en redes y que se están saltando el circuito de galerías, marchantes y casas de subastas que imperaba hasta la fecha.
Estos artistas suben sus obras a plataformas como SuperRare donde “tokenizan” y venden su trabajo, prescindiendo de la parte de los cócteles y los canapés.
Sin embargo, los NFT no tienen por qué remitir a una obra de arte digital. Un ejemplo de ello es la iniciativa del museo Hermitage ruso. La reputada pinacoteca ha lanzado versiones NFT de obras clásicas de Leonardo da Vinci o Van Gogh. Naturalmente, el comprador no se queda el lienzo, sino con un token que, en este caso, incluye la firma de Mikhail Piotrovsky, el director general del museo.
Otra galería que se ha apuntado a la tendencia es la de los Uffizi en Florencia. El edificio acoge algunas de las obras inmortales de artistas como Botticelli, Caravaggio o Miguel Ángel. En el caso de este último, se ha vendido en fechas recientes un NFT de uno de sus cuadros por 170 000 dólares. La venta se llevó a cabo para paliar las pérdidas ocasionadas por la pandemia del coronavirus.
Este tipo de iniciativas se ha bautizado como arte “figital”, es decir, una mezcla entre digital y físico. Pero, si quieres enterarte de las últimas tendencias en la propiedad (y generación) de arte puramente digital, sigue leyendo.
Si el mundo del blockchain aplicado al arte puede parecer desconcertante, aún no has oído todo. La última fiebre es la generación de NFT aplicados a arte generado por medio de algoritmos.
El autor simplemente se encarga de definir los parámetros iniciales, los elementos que se combinarán y las gamas de color. Una vez completada esta fase, los algoritmos recombinan los elementos y generan cientos y, a veces, miles de combinaciones.
Uno de los casos más sonados es el de la galería de imágenes de perfil (conocidos como PFP) Bored Ape Yacht Club compuesta por diez mil imágenes. La casa de subastas Sotheby’s logró vender una parte de la colección, compuesta por un centenar de monos aburridos, por 24,4 millones de dólares. Y parece que su competidora Christie’s también está interesada en llevar a cabo una subasta similar.
La plataforma de arte generativo Art Blocks también permite a los artistas subir sus algoritmos y generar series limitadas de obras asociadas a la cadena de bloques de Ethereum. Y aquí llegamos a una cuestión crítica. Si los NFT han cambiado el concepto de propiedad digital del arte, ¿cambiarán también los algoritmos generativos el concepto de autoría artística?
Fuentes: The Verge, ArtNews, https://www.artnews.com/art-news/news/hermitage-museum-nfts-monet-leonardo-1234600031/
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