Ventanas inteligentes ‘low-cost’
En lugar de cristal líquido, las ventanas inteligentes aplican una tecnología basada reacciones químicas y físicas
Estas tejas solares podrían ser la solución para solventar el impacto visual imperdonable que suponen las placas fotovoltaicas en los edificios históricos.
De todas las energías renovables, parece que la solar es la que está teniendo mayor facilidad para integrarse en la vida de la gente y convertirse en la alternativa a los sempiternos petróleo, carbón, o gas natural. Hace solo unos días, hablábamos del salto vertiginoso que el desarrollo de cristales tratados para generar electricidad a partir del sol podría producir en la gestión energética de los edificios. Es decir, un sistema por el que cualquier objeto cotidiano de cristal sería susceptible de generar su propia energía. Imagínate, desde la luna de tu coche hasta la mesa del salón.
Y es que la colaboración entre disciplinas está permitiendo que las innovaciones deriven en áreas que, a priori, parecían no tener cabida en los planteamientos de origen. Como este proyecto que, tomando inspiración del arte del Kirigami, cuenta con paneles solares deformables.
Pero el terreno en el que la energía solar de verdad se encuentra como pez en el agua es en de la construcción. Existen carreteras solares, edificios con ventanas solares y, ahora, también tejas solares: nuevos materiales constructivos que salen de fábrica con el gen de la innovación.
Los que creían que la raigambre y la solera de lo antiguo eran irreconciliables con la innovación van a tener que revisar sus convicciones. Porque las tejas solares de la startup Dyaqua han llegado para unir los dos mundos: una teja de arcilla con el halo de historia y de paso del tiempo propio de la mismísima cúpula de Brunelleschi, pero que esconde bajo su rústica apariencia paneles solares que generan energía. Unos innovadores chivatos que la sitúan, incontestablemente, en la arquitectura y el desarrollo técnico del siglo XXI, aunque a simple vista nadie pueda apreciarlo.
Pero ¿en qué consiste exactamente? La teja es una pieza de arcilla a la que se le han añadido varias células de silicio monocristalino que producen la energía solar y, sobre ellas, otra superficie de un material no tóxico y reciclable opaco a nuestras miradas, pero transparente a los rayos del sol. Es decir, camufla las celdas sin interferir en la producción de la energía solar. Según sus especificaciones técnicas, harían falta 223 tejas (15m²) para producir 1kWp.
La otra buena noticia es que el modelo puede ser aplicado a diferentes materiales constructivos, por lo que la empresa prevé implantarlo en madera, piedra, pizarra y hormigón.
Estaríamos hablando ya no solo de tejados, sino también de paredes o suelos solares que podrían estar recubiertos enteramente de estas tejas o placas sin alterar la estética de los edificios y preservando el Patrimonio Histórico y Cultural.
Cuando hablamos de innovaciones en energía solar es casi inevitable nombrar a Tesla, en este caso a su filial SolarCity. Y es que hace solo unos días su fundador, Elon Musk, presentaba ante los medios un nuevo producto que, pese a tenerlo antes sus ojos, no eran capaces de ver: placas solares en forma de teja instaladas en los tejados.
Se trata de celdas fotovoltaicas integradas en pequeñas tejas individuales cuya apariencia es prácticamente imposible de distinguir de un tejado convencional. El modelo de partida cuenta con cuatro diseños para satisfacer todos los gustos: color teja, beige, pizarra o gris. A esto hay que unirle el nuevo acumulador de energía que la empresa presentó junto al techo solar, su PowerWall con dos baterías de iones de litio de 14kWh que duplica la versión anterior y, según sus responsables, es capaz de dar energía a cuatro dormitorios y los electrodomésticos de una casa durante un día completo.
La idea de Tesla es muy similar a la de Dyaqua, aunque en su caso la empresa italiana apuesta más por una integración arquitectónica viable en los edificios emblemáticos de las ciudades.
Por ahora no conocemos fechas de comercialización ni precio, pero a este paso, muy pronto el tejado de tu casa o el de la mismísima catedral de Salamanca podría esconder bajo su ordinaria apariencia un secreto tecnológico bien sostenible.
Fuentes: Engadget, IS-ARquitectura
Imágenes: SolarCity, Dyaqua
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