Ventanas inteligentes ‘low-cost’
En lugar de cristal líquido, las ventanas inteligentes aplican una tecnología basada reacciones químicas y físicas
Comienza un ambicioso proyecto de paso de fauna para que el puma y otros animales puedan cruzar una autopista de diez carriles en Los Ángeles.
Quien haya atropellado alguna vez un animal en una carretera sabrá lo traumática que puede ser la experiencia. Sobre todo para el animal, pero también para quien está al volante. Y no se trata de casos aislados: sólo en EE. UU. muere un millón de vertebrados al año en colisiones con vehículos. Las carreteras y autopistas se convierten así en un enemigo para la fauna.
Además, las muertes son sólo una parte del problema: las especies tienen problemas para emigrar, reproducirse o buscar otras zonas con alimento; un fenómeno conocido como fragmentación del hábitat. Es lo que sucedió con la población de pumas de Los Ángeles: aparte de los atropellos, se vio abocada a la endogamia al no poder desplazarse a otras zonas con mayor riqueza genética. Fue el punto de partida de un gran proyecto constructivo: el mayor paso de fauna del mundo.
Las zonas montañosas de Santa Mónica en California, EE. UU., abarcan más de sesenta mil hectáreas. Estos paisajes acogen un parque natural por el que deambula una rica fauna que comprende felinos, coyotes, ciervos, serpientes, lagartos y otras criaturas. El problema es que se ven obligados a enfrentarse a la 101, una de las autopistas con más tráfico del país. Se calcula que por sus diez carriles pasan unos trescientos mil vehículos diarios.
Entre todos esos animales destaca un felino apodado el “Brad Pitt de los pumas”, si bien los zoólogos locales utilizan un nombre algo más aséptico: P22. Este animal se ha convertido en una mascota de la zona y ha inspirado diversos murales y hasta canciones. También ha concienciado a la población de la difícil situación de pumas. Se calcula que en los últimos veinte años ha muerto una veintena de especímenes atropellados en la 101. Una cifra muy elevada si se tiene en cuenta que apenas quedan unos doce ejemplares en la zona.
Con este punto de partida comenzaron a recaudarse fondos públicos y privados para financiar un nuevo puente para animales. Se estima que el coste total de la infraestructura, bautizada como Wallis Annenberg Wildlife Crossing, ascenderá a noventa millones de dólares. Las obras, que comenzaron el 22 de abril de 2022, con motivo del Día Mundial de la Tierra, se completarán en 2025. ¿El resultado? El mayor puente o paso a nivel para fauna del mundo, con una longitud de sesenta y cuatro metros de largo y cincuenta metros de ancho. No obstante, el elemento verdaderamente diferencial no es su tamaño.
Desde el principio, el puente desarrollado por un estudio especializado en arquitectura sostenible se planteó como una solución integrada con el paisaje. En muchas ocasiones, este tipo de pasos a nivel se construyen con hormigón y únicamente ejercen de lugar de tránsito. En cambio, el puente Wallis Annenberg, además de permitir el cruce de animales, acogerá vegetación local gracias a su cubierta de tierra.
Parte de los preparativos del proyecto ha consistido en estudiar el terreno y la vegetación de la zona para establecer una continuidad. Para ello han contado con especialistas en diversas disciplinas, incluyendo la micología. Una vez completado, se convertirá en una extensión del paisaje natural colindante.
Las colisiones de animales en carretera representan un reto a ras de suelo, pero los pobladores de los cielos también se enfrentan a sus propias dificultades. La Sociedad Americana de Ornitología (AOS, por sus siglas en inglés) estima que cada año mueren hasta mil millones de pájaros en EE. UU. por impactos contra ventanas de edificios, especialmente rascacielos acristalados. En vista de estas cifras, ciudades como Nueva York ya han aprobado una directiva para obligar a instalar cristales que eviten este tipo de percances en los futuros edificios que se construyan.
Hasta ahora, la principal manera de evitar estos impactos era aplicar filtros ultravioleta y marcar los cristales, lo que resultaba antiestético. Por suerte, un fabricante estadounidense ha desarrollado un nuevo tipo de cristal que incorpora unas pequeñas “perlas” visibles para los pájaros. Con un tamaño de noventa milímetros, están distribuidas homogéneamente en una lámina interior del panel de cristal. Además, son compatibles con otros tratamientos para ventanas.
El reino acuático también se enfrenta a sus propias barreras arquitectónicas. Un ejemplo de ello son las especies de peces que emigran anualmente río arriba para desovar, tal como sucede con los salmones. La presencia de presas puede resultar disruptiva para estas migraciones. ¿Cómo resolverlo? Se están estudiando diversas alternativas para ello. Una de las más curiosas es este “ascensor” para salmones instalado en una presa del norte de España, concretamente en el río Nansa de Cantabria. Además se ha habilitado una escala de peces para el descenso, de tal forma que esta especie pueda completar su ciclo biológico.
Sin duda, uno de los retos del futuro es avanzar hacia una construcción más amigable con la fauna, tanto por medio de soluciones arquitectónicas como de un creciente número de zonas verdes en zonas urbanas. Uno de los ejemplos de integración de la vegetación más llamativos que hemos visto en los últimos tiempos, aparte del paso de fauna de Los Ángeles, es el uso de raíces y ramas de árboles para crear elementos urbanos vivos, tales como puentes y pasarelas. Puedes aprender más acerca de esa disciplina, bautizada como baubotanik, en este artículo.
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