The Ocean Cleanup: el mito de los océanos sin plásticos hecho realidad
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Un nuevo sistema de filtrado barato, ecológico y sostenible alcanza cotas inéditas de eficiencia en la purificación del agua gracias a la nanotecnología.
Desde el I’mnovation-Hub seguimos de muy de cerca todos los avances tecnológicos en lo relativo a la purificación del agua. No en vano, junto con la generación de energía, la disponibilidad de agua potable es una de las grandes prioridades para el desarrollo humano. Desde las tecnologías de ósmosis hasta los filtros de grafeno, pasando por los sistemas de evaporación, hemos visto un sinfín de enfoques para afrontar el reto. Ahora, un grupo de científicos del Instituto Real de Tecnología de Melbourne (RMIT, por sus siglas en inglés) ha dado una vuelta de tuerca a los sistemas empleados hasta la actualidad. Su solución, basada en la nanotecnología, es relativamente sencilla, tiene un coste reducido y, además de ser ecológicamente sostenible, multiplica por cien la velocidad de filtrado de las tecnologías actuales.
Para lograr esta innovación tecnológica han recurrido a una aleación que combina metales líquidos basados en galio y un material tan común como el aluminio. Al entrar en contacto con el agua, la aleación comienza a producir espontáneamente sucesivas películas de óxido de aluminio 100,000 veces más finas que un cabello humano. A medida que estas capas se amontonan, el material ofrece una gran porosidad que permite el paso rápido del agua, mientras que los contaminantes son retenidos. El principal objetivo de los investigadores al comienzo del proyecto era ser capaces de filtrar metales pesados y aceite, pero los resultados son mucho más alentadores ya que el diámetro de los poros generados permitiría filtrar también sulfatos, fosfatos y otras impurezas.
Una de las grandes ventajas de esta innovadora tecnología es que, a diferencia de otros sistemas, la producción de las estructuras nanoporosas no requiere altas temperaturas ni la utilización de metales tóxicos, ni tampoco produce ningún tipo de residuo. Como ventaja añadida, se pueden generar tanto estructuras nanoporosas para filtros como nanofibrosas, cuyas aplicaciones son numerosas en sistemas electrónicos, ópticos y catalíticos.
Oímos este tipo de denominación con frecuencia, ¿pero en qué consiste exactamente un metal líquido? En principio, es algo tan sencillo como su nombre indica pero veremos que este tipo de metales tienen unas características propias. En general, se trata de materiales cuya temperatura de fusión es muy baja, normalmente temperatura ambiente. El más conocido es el mercurio, aunque también existen otros como el cesio, el rubidio o el galio. Paralelamente, también hay un amplio abanico de aleaciones que reúnen estas propiedades. Su principal peculiaridad es que los componentes empleados en la aleación tienen temperaturas de fusión más elevadas por separado que de forma conjunta. Así, forman lo que se denomina un eutéctico.
Los metales líquidos se han utilizado durante muchos años en la electrónica, pero en la actualidad están cobrando importancia en el campo del internet de las cosas (IoT, por sus siglas en inglés) y los wearables, ya que permiten crear antenas flexibles y de tamaño muy reducido.
Fuente: Engineering.com
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