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Alimentada con energía solar, la nueva desalinizadora portátil utiliza electricidad en lugar de filtros para eliminar la sal y las partículas sólidas.
Quizá sea un pequeño maletín para una persona, pero podría llegar a ser una gran tecnología desaladora para la humanidad. Es el fruto de la investigación de un grupo de investigadores del MIT durante una década y reúne varias tecnologías novedosas en un formato en miniatura hasta ahora inédito. Y, aparte de su portabilidad, ofrece varias ventajas como la ausencia de filtros o su reducido consumo energético. ¿Será el primer paso hacia una desalación de bolsillo y, sobre todo, sostenible?
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El innovador dispositivo del MIT pesa menos de diez kilos, pero cumple con los estándares de potabilización de la Organización Mundial de la Salud, ya que reduce las partículas sólidas del agua a menos de la décima parte. La primera versión del maletín desalador logra potabilizar hasta 0,3 litros de agua por hora con apenas veinte vatios de energía. Además, está diseñado para que cualquier persona sin conocimientos técnicos pueda emplearlo en cuestión de minutos.
Basta con que el usuario pulse un botón y, una vez que las partículas del agua se hayan reducido a niveles seguros, recibirá una notificación al respecto. De hecho, los investigadores han creado una app para móviles que permite controlar la unidad de forma inalámbrica y obtener información en tiempo real de la salinidad del agua y el gasto energético. En lo tocante a esto último, los responsables del proyecto aseguran que la máquina tiene el gasto de un cargador de móvil. Pero ¿cómo lo han logrado?
La desalinizadora portátil del MIT integra varias tecnologías innovadoras, pero la más importante de ellas se llama ICP (Ion Concentration Polarization o polarización por concentración de iones). Normalmente, las plantas desalinizadoras a gran escala utilizan un proceso llamado ósmosis inversa. Esta tecnología, aunque la más eficiente hasta el momento para las grandes desalinizadoras, requiere aplicar presión, lo que eleva las exigencias energéticas y la descarta para una desalinizadora portátil. De ahí que el equipo aplicara el sistema ICP que ellos mismos desarrollaron hace diez años.
Fundamentalmente, la ICP prescinde de filtros y apuesta por membranas sobre las que se aplica un campo eléctrico. Estas membranas se colocan por encima y por debajo de una corriente de agua, de tal forma que repelen las partículas con carga positiva o negativa a su paso. Estas partículas incluyen moléculas de sal, bacterias y virus, entre otras. A continuación, las partículas se traspasan a una segunda corriente de agua que se expulsa del circuito. Todo este proceso puede llevarse a cabo con una bomba de baja presión.
No obstante, la ICP no elimina todos los iones de sal, por lo que se requiere un segundo proceso de electrodiálisis para eliminarlos por completo. Ambos módulos pueden integrarse en un equipo de dimensiones lo suficientemente reducidas como para caber en un maletín.
La ausencia de filtros reduce las necesidades de mantenimiento y limpieza, de forma que la unidad puede seguir operativa durante más tiempo sin necesidad de revisión o recambios. Además, tanto la bomba de baja presión como los módulos de ICP y electrodiálisis pueden alimentarse con una pequeña placa solar. Todo esto permite que el equipo sea plenamente portátil y pueda utilizarse en zonas remotas sin acceso habitual a corriente eléctrica o en situación de catástrofe humanitaria. En definitiva, para mejorar la vida de las personas.
Tras integrar las tecnologías mencionadas y llevar a cabo diversas pruebas de laboratorio, los investigadores salieron al mundo real para poner a prueba su desalinizadora portátil. La puesta de largo tuvo lugar en la playa de Carston, en la ciudad estadounidense de Boston. Allí, colocaron el tubo de alimentación en el agua marina y, en el plazo de media hora, ya habían llenado un vaso de agua potable y limpia.
Los investigadores mismos se sorprendieron de que funcionase a la primera. Ahora el objetivo es mejorar la eficiencia y el rendimiento de la tecnología, reducir el coste de los materiales y trasladar todo eso a una empresa que pueda comercializar el maletín potabilizador. La desalinizadora portátil del MIT también deberá afrontar la potabilización de agua con elevados niveles de turbidez sin que la contaminación merme su funcionalidad. Si quieres saber más acerca de esta tecnología, aquí tienes un vídeo de los desarrolladores donde podrás verla en acción.
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